Aunque he estado en numerosas ocasiones en Japón, prácticamente todas han sido por motivos de currele, así que nunca he tenido ocasión de conocer más allá de los baretos, discotecas, restaurantes y centros comerciales de Osaka y Tokyo.
Nunca he tenido pena de no haber conocido un poco más de los monumentos, museo y paisajes que ofrece el país nipón, no porque sea un paleto al que no le interesan esas cosas, sino porque soy de los que piensa que hay más días que longanizas y que si uno de verdad tiene ganas de algo, al final seguro que la vida te brinda la oportunidad.
No obstante, recuerdo cuando era un niño y me daba por ojear un atlas que teníamos en casa de mis padres. Había una foto del monte Fuji, imagen que me impresionaba y que todavía permanece en mi memoria. Cada vez que he regresado de Japón, he tenido cierto sentimiento de espinita clavada por no haber visitado en persona una de mis primeras inquietudes geográficas.
A veces, disponiendo de medio día libre en Tokyo, me he planeado hacer una escapada para admirar el monte Fuji y hacerme la afoto reglamentaria. Supermadrugón. Billete de tren bala: Unos 220 Leuros. Tirarte 45 minutos haciendo el panoli (además solo) por las laderas del monte y salir corriendo de nuevo hacia la capital para atender los compromisos laborales.
En mi última visita, al poco de despegar el avión de vuelta a Guangzhou, la vista se me premió con esta estampa:
Es lo que tiene mi manía de pedir siempre asiento de ventanilla. Aunque si me toca en el otro lado, ni me entero.
Ahí estaba mi mojón. Ese pezado de grano salido de la tierra. No me negéis que es una pasada. El monte Fuji es un volcán (volcán compuesto) que según dice, tiene pocas probabilidades de erupción. Igual que nuestro Teide, que es el pico más alto de España, el Fuji es el más alto de Japón, con casi 4000 metros. Si queréis saber más, os cogéis un atlas o una enciclopedia, yo que sé, pero no me voy a enrollar, que esto no pretende ser una web de gafapastas ni meapilas. Esto es un cutreblog.
Doy gracias por haber tenido la suerte de observar durante un rato el Fuji en vivo. Además las cosas se saborean mucho mejor cuando no te las esperas. No voy a decir que la experiencia fue orgásmica, pero sí que en el momento en que se apareció, los ojos me hicieron un poco de chispitas alrededor por un instante. Algo para recordar.
Ahora que ya me he quitado la espinita de la que os hablaba... la excursión al sitio este (con todos mis respetos) la va a hacer su puta madre!!! Perdón, perdón, pero es que esto me estaba quedando ya demasiado pastelero.
Saludotes!!
Ya os hablé de los banquetes que te arreaban a bordo de los aviones de Shanghai Airlines. Bolsas de cosas mayormente deshidratadas y deseperantes para reirse de tu hambre y que daban más bien cabreo que vitaminas y grasas, chucherías inexplicables e inverosímiles para servir en un avión.
La semana pasada tomé un vuelo con la deshonrosa compañía en Guilin que tenía una duración de 45 minutos. Yo no esperaba nada en absoulto, quizás un botellín de agua, que es lo normal para vuelos tan cortos. Pero reconozco que me equivoqué. Pasaron las aeromozas y nos obsequiaron con la siguiente estampa:
¿Qué encerraría aquella caja? ¿unos cacahuetes dulces? ¿un paquete de chicles? ¿un chupachup de Kojack? Por primera vez en mis vuelos con Shanghai Airlines fui premiado con algo de comida que a priori parecía sólida. ¿Se están superando? Había un putobollo bien preservado.
El putobollo, para que nadie dudara de su contenido, venía con su correspondiente explicación de los ingredientes y las respectivas fechas de elaboración y caducidad, también quién lo había fabricado y manipulado antes de que llegara tus manos. A pesar de tratarse de algo que te comes en dos bocaos, que quede claro lo que te estás llevando a la boca.
Al abrir la vianda, Shanghai Airlines me corroboró una vez más qué clase de compañía son. Los precios de los billetes son similares a las otras, pero te haces una idea perfecta cuál es uno de sus fuertes para conseguir más beneficios: La premeditada modestia y tacañería de su catering (Zeta Jones). Esto del catering zeta jones es de mi colega Lau Sweet Little Sister dixit. Una de las grandes del Rock nacional.
Como podéis observar, hay el doble de rodajas de fiambre que de verdura, lo que te puede dar una idea de la calidad de la pseudomortadela. Hagamos la valoración de lo que ha costado este ágape tan currado. A saber:
1. BOTELLIN DE AGUA: Tirando por lo alto, unos 0.10 Leuros.
2. TOALLITA REFRESCANTE. Tirando por lo alto, unos 0.01 Leuros.
3. CAJA DE CARTÓN: Tirando por lo alto, unos 0.02 Leuros.
4. BOLLO: Tirando por lo alto, unos 0.10 Leuros.
5. RODAJA DE PEPINO: Tirando por lo alto, unos 0.0001 Leuros.
6. RODAJAS DE FIAMBRE: Tirando por lo alto, unos 0.005 Ebros. Por cierto, creedme, la mortadela de Mickey es Jabugo al lado de eso.
Le doy a la calculadora que viene con el Windows y son en total 6 respuestas acertadas que suman la friolera de: 0.2351 Leuros!!!. Pa mear y no echar gota.
Gracias una vez más Shanghai Airlines. Supongo que al personal de tierra y a las azafatas les pagan más o menos en proporción, por eso es la compañía de todas las de China que peor maneras tiene con los pasajeros. Ahora ya se me ha quitado el rencor que les tenía sus tripulaciones por la actitud tan estúpida cuando tratas con ellos. Ya les vale.
McDonals está a tope en China. La última sorpresa que me han dado ha sido la del servicio de reparto a domicilio... pero además en bici!!, rapidito para que no se te enfríen las patatas fritas. Estuve mirando los precios y son prácticamente los mismos que si te tomás en menú en el local. Para los que no se lo expliquen, no me vengáis con el cuento de la mano de obra barata, porque la mano de obra más barata del mundo está en África y en algunos países de Sudamérica, otra prueba es que el repartidor de McDonals seguramente tiene mejor calidad de vida que un albañil de Botswana (por ejemplo).
Dicho lo anterior, los repartidores que he visto, no son precisamente atletas entrenando para el Tour de Francia, sino que se han buscado unos hombres y mujeres ya de cierta edad y no tienen pinta de estar muy en forma, aunque eso es muy engañoso: Una vez en la India, vi un ciclista canijo y viejo que llevaba un remolque con sacos 10 veces más grandes que él, a su ritmo, pero sin problema... y el abuelo, aún se paró a preguntarme si quería que me llevara. En sus tiempos mozos, seguramente podría haber competido en el equipo Reynolds con Perico Delgado como compañero de filas.
En cuanto a las bicis que llevan, la publicidad que hicieron me vi me dejó un poco flipado... unas bicicletas de montaña bastante decentes, con cambio de marcha y rueda con dibujos. Para subirte el Big Mac a la cima de la Gran Muralla si hace falta.
Pero luego la realidad es mucho más dura para el que pedalea. Me encontré aparcados los vehículos en la puerta del establecimiento y resulta que en realidad se gastan unas bicis estilo Orbea de paseo, de las de toda la vida, igualitas a las que usaba mi abuela, tipo Mary Poppins con timbre y todo. A mi esa cosa tan simple, me parece un poco indigna, aunque hay que reconocer que tampoco están repartiendo jamones de Jabugo o caviar ruso.
La bicicleta no será gran cosa, pero velar por la seguridad del trabajador es fundamental, de modo que los repartidores están obligados a llevar un casco rojo. Me hace gracia que en ocasiones les he visto repartir por el edificio en el que tengo la oficina (el McDonals está abajo) y por supuesto no lo hacen en bicicleta, pero aún así, llevan el casco puesto. Y es que los chinos, se toman muy en serio eso de los uniformes. Unos cracks.
La última mención es a la caja negra en las que llevan los menús. Bueno, más que caja, es un cajón enorme en el que van bien preservados a su temperatura de recién cocinadas, las hamburgers, los nuggets, el maíz de plástico y demás viandas engordadoras (en los McDonals chinos no hay ensaladas, aunque sí que empiezas a ver niños con cierta obesidad, algo que no ha existido nunca aquí). El cajón es de tales dimensiones que cuando se los cargan en la espalda, parecen más los porteadores de las películas de Tarzán cuando cruzaban por la selva. Una mañana le hice una foto a uno que iba por el vestíbiulo con su cajón a cuestas, le falta un poco de nitidez, pero es lo que hay y por lo menos se distingue sobre lo que os estoy hablando.
Lo de los repartidores en bici me hace pensar si otras franquicias del sector se animarán también a crear sus flotas de velocípedos. Si Pizza Hut, Burger King, Kentucky Fried Chicken, Papa Jones, Taco Bell, Domino´s Pizza, Boccata o Rodilla establecieran un servicio de reparto en bicicleta, una vez al año se podrían incluso organizar campeonatos o vueltas ciclistas por etapas y que se enfrenten entre ellos. Cada empresa haría un equipo con la selección de los mejores pedaleadores que tienen en plantilla y lo presentarían a la competición. La idea es buena, pero además yo añadiría una variación en los puestos de avituallamiento: Los ciclistas en carrera deberán de alimentarse única y exclusivamente con comida de sus patrocinadores. Así el ciclista de Buguer King se tendría que comer un menú Whopper completo, el de Pizza Hut una Rolling Meet Lover´s familiar con doble de queso, el de Taco Bell un burrito con chile y un plato de nachos, el de Rodilla un sandwich vegetal y otro de champiñón con piquillo y anchoa... así todos...
En fin, que la competencia es muy dura y esta gente se las sabe todas. Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma. (cambiar Mahoma por McDonals y montaña por "tu casa"). Otra estrategia para vender más del monstruo yanki pa quitar el hambre rápidamente y por pocos dineros, igual que la que os conté cuando estuve en Tailandia.
Saludotes.