En una de mis correrías de adolescente tuve un altercado que me dejó sin un piño. Una de las palas me saltó por los aires. Por aquel entonces, mi tío Manolín que es muy manitas en su trabajo, me hizo un apaño poniendo un diente "apegao" por detrás a los incisivos de los lados. Lo llaman puente Radall o Brendal o Roger Rabbit o no se qué (si alguen sabe cómo se llama, que lo diga).
El arreglo me ha durado unos 14 años, con sus más y sus menos, teniendo que ponerle más cola de carpintero de vez en cuando porque con el uso, el diente de pega perdía su adherencia y se movía, amenazando desprenderse al morder un bocata o algo similar y luego ir mellado como un pariente próximo al cuñao. Harto ya de estar pendiente y siguiendo los siempre sabios consejos de mi tío Manolín, decidí acudir a que me hicieran un implante y me enroscaran un diente de titanio. Quise hacérmelo en Valencia, concretamente en Xátiva, que un colega de mi hermano Alvarito que se llama Miguel, tiene una clínica que te hace unos implantes muy mañosos, pero con buen criterio Miguel me dijo que mejor hacerme una cosa así en el lugar donde resido, por el tema de que hay que hacerle seguimiento durante los primeros 6 meses y claro, me pareció lógico porque no voy a estar yendo y viniendo de Guangzhou a Xátiva cada dos por tres.
En Guangzhou hay un par de universidades con prestigio de ser muy competentes en el tema dental. Tengo una amiga que atesoraba una dentadura más desordenada que un piso de estudiantes en fin de semana; se hizo un trabajo de ebanista y orfebre juntos y le quedó la mar de bien. Para empezar, los chinos cuentan con fama de ser muy buenos en trabajos manuales y además preguntado, me dejaron claro (y me lo creo) que los dentistas que hay en las consultas de la universidad antes fueron alumnos destacados.
El doctor Wu, que así se llama mi implantador, de momento me ha hecho un trabajo cuanto menos, lo que se puede decir "currado" para la tela que lleva esta intervención. Me tranquilizó bastante cuando le pregunté cuántos implantes había hecho y dijo riéndose - "más de 1.000". Pues no se hable más. Por falta de práctica no será.
En cuanto al precio del implante, no os creáis que hacérselo en China supone un chollazo. El tipo de cambio Euro/Yuan no está tan favorable y me ha salido por unos 1200 Euros, casi igual de lo que cobran en España (me han dicho). Estoy contento, pero hay que criticar 3 cosas:
1. Mucha universidad internacional y tal (por lo visto tienen un montón de estudiantes de India, Indonesia, Tailandia, Nepal...), pero las facturas sólo las hacen en chino. Ni siquiera inglés. Adios a la posible ayuda del Fondo Social de mi empresa.
2. El Dr. Wu es uno de los dentitas más reputados que hay en plantilla, por ello le suelen acompañar un nutrido grupo de estudiantes de los últimos cursos para que vayan tomando nota de lo que hay que hacer en las operaciones. No me importa tener a media docena de espectadores jovencitos y con cara de empollones mirándome la boca, pero me molesta realmente que siempre hay uno armado con una potente cámara de fotos y va disparando a cualquier cosa que me hace el doctor. Cansado por lo que yo entiendo un asalto a la intimidad (ni siquiera me preguntan si me importa), un día le dije si me podía enviar las fotos y me dijo que no está autorizado a darle las fotos a los pacientes. Hay que joderse, pero cualquiera discute eso a un tío que te mete pinchos, tenazas y tornillos en las encías.
3. La operación fue realizada en escrupulosas condiciones de esterilización, quizá incluso exageradas, pues me hicieron descalzarme y meter los pies en dos bolsas de plástico, no fuera que las pelotillas interdactilares saltaran a la boca en medio de la operación... pero en cambio mi médico llevaba los zapatos al aire y llenos de barro, como si se hubiera pasado la mañana cavando surcos con la azada. En fin, me remito al comentario final del apartado anterior, a propósito de realizarle alguna queja u objeción a mi querido sacamuelas.
Que el Señor bendiga la anestesia y al que la inventó. Hay que ver lo brutos que son los dentistas a veces. Se me ponen los pelos de punta y el vello del pubis liso cuando me vuelve la imagen del Dr. Wu haciendo fuerza con los dos brazos y arqueando todo el cuerpo mientras me trajinaba la boca para hacer abrir bien el bujero. Y despuén usando una taladradora eléctrica tipo Black & Decker.
En fin, me informaron que ya pasó lo peor y que dentro de un par de meses me quitarán el piño provisional y me pondrán el definitivo. Veremos, pero la cosa va por buen camino.
Como esto salga bien, quizá me arriesgue a la operación de miopía. Me han dicho que se gastan unos lasers traídos de la ex-Unión Soviética que son cojonudos y no hay riesgo de quedarse invidente.
¿Atacuando? Ataluego!!
Desde la tarde horas antes del día en que España se proclamó Campeón del Mundo de Fútbol, que no escribía en este cutreblog, pero claro, entenderéis que llevo más de un mes de celebraciones y uno no tiene tiempo de dejarse caer por aquí a echarse unas letras. No obstante voy recuperando la actividad poco a poco y en breve volveré a publicar con asiduidad, como siempre he hecho (ejem, ejem).
Valga también como excusa de este periodo más callado que el contestador de Bela Lugosi, que he estado de vacaciones.
A lo que iba. En referencia al título de este post, a finales de julio visité la Expo de Shanghai y viajé de nuevo con Shanghai Airlines. Cabe la posibilidad de que esta aerolínea cuente con algún departamento especializado en la lectura de blogs de dudosa calidad escritos en castellano y dieran con el mío. Seguramente, ofendidos por mis dos entradas (Banquete Shanghai Airlines y Shanghai Airlines se Supera) en las que los pongo a parir, principalmente por la calidad de los refrigerios que sirven a bordo, la última vez que volé con ellos me hicieron un "upgrade" a Clase Business, señores!!
Hay que decir que antes de entregarme los billetes, el personal de tierra de la compañía me advirtió que a pesar del ascenso de categoría, tenía derecho a asiento pero no al menú de los ricachones, vamos, que ya me veía viajando en un confortable sillón reclinable y comiendo de nuevo la anodina caja de chuches. Para un vuelo de apenas dos horas yo no iba a discutir, pero parece ser que luego se les olvidó tal restricción y me sirvieron la comida sin titubeo alguno.
Ahora entiendo la austeridad que se gastan en la clase inferior. Resulta que el presupuesto de comidas lo invierten todo en el menú para los pasajeros de Primera, que les soplan un papeo digno de restaurante, con mantel y todo. A una sopa calentita, le siguieron unos entrantes de fiambre y marisco (gambas) acompañados de verduritas de temporada y algas frescas recién recolectadas en las aguas que bañan la isla de Hainan.
Como plato fuerte elegí (había dos opciones) la exquisita pasta tierna también de marisco (gambas) con pimientos (uno verde y otro amarillo), todo ello regado con salsa picante extrafuerte, de esa que solamente olerla ya te empieza a picar el hojaldre.
De postre fui homenajeado con una selección de frutas tropicales cortadas a laminitas y presentadas en una ordenada hilera. No cabía en mi gozo y cuando creía que la cena había llegado a su fin, me presentaron un café que realmente sabía a café (y del bueno). Hay que recalcar que es un fenómeno atípico en un avión el que el café manifieste su auténtico aroma. Nunca creí que Shangahi Airlines pudiera hacerlo y me congratulo de que así sea, aunque dudo que vuelva a repetir tal experiencia, al menos con ellos.
Pues eso, mis experiencias con Shanghai Airlines se resumen en que en Business Class te agasajan con la comida y en Económica casi que te la tiran a la cabeza. Una vez tuve una conversación con una alta directiva de Iberia (otros que se las traen) y me dijo que con la clase económica se cubren costes (salarios y combustible), pero es con Business y Preferente (además del transporte de mercancías) con lo que se obtenían beneficios.
Aunque me hayan hecho la pelota, tengo que seguir dándole un "cero patatero" a Shanghai Airlines. Lo arreglaron un poco con el gaudeamus que me endosaron, pero no les puedo perdonar que sufriera uno de los mayores retrasos en lo que llevo de año: Casi 4 horas de espera en el aeropuerto más otras 2 dentro del avión sin despegar.
Por cierto, Shanghai y su Expo, preciosas.