Continuando con el rastro japonés que dejé hace un par de semanas, os presento para exaltación de lo inaudito lo que me encontré en el lavabo de un restaurante en Tokyo.
Si los váteres en la España rural iban normalmente a un pozo ciego, los WC japoneses son un pozo de sorpresas sin fondo. He dejado ya constancia en este cutreblog sobre lo que me estoy refiriendo en entradas como la Comodidad e Higiene o la de Lavarse Sin Tocar, un post por cierto este último que al ver las fotos de los lavabos parece que haya pasado una banda de desaprensivos chatarreros rumanos robando toda la grifería de los sanitarios.
En esta ocasión, al entrar en el baño tras una copiosa cena y antes de enfilar a tomarse una copichuela en algún garito cercano, me encontré con que el lavabo tenía como accesorios una serie de cajas y tarros, así como los que se ven en la sala de curas de un ambulatorio.
Pues no eran materiales de primeros auxilios, sino simplemente productos para la higiene bucal. La comida japonesa está muy buena, pero el pescado crudo, la cebolla, los ajos y multitud de salsas dotadas con efluvios asesinos pueden dejar un aliento mucho peor que el de una manada de hienas.
Me llamó la atención los palillos plastiqueros-farmaceúticos con hilo dental incorporado, algo que hace ya mucho tiempo que se venden en tiendas españolas, pero que este restaurante nipón suministra gratuitamente. En nuestro país como cosa gratis para el mismo fin, nunca se ha pasado del mondadientes de madera, aunque podemos alardear de que se ofrecen en dos versiones: La clásica en forma de palillo plano y el súmmun de la variación geométrica de astillas para escarbar entre los dientes, que es el palillo redondo.
Luego hemos de observar el cuidado con que los japoneses también dotan a la cajita de vasitos y unos pequeños chupitos termosellados que a los profanos se nos antojan parecidos a los de la mantequilla, miel o mermelada del bufé de desayuno en algunos hoteles, pero que en este caso se trata de líquido para enjuague bucal tipo Listerine.
Todo ese equipamiento puesto al servicio del cliente con tan esmerado detalle, me hace pensar si se podría hacer también en los establecimientos de España, un país en el que se atan los bolis a una cadena para que la gente no los mangue de los mostradores. Ese material en un restaurante español duraría menos que Chicken Little en la puerta de un KFC. A lo más que nos hemos acercado, es a poner maquinetas expendedoras de cepillos de dientes (pasta incluida), previo apoquine del Euro correspondiente, un negocio que probablemente ha contribuido poco o nada a la salud dental y combate del hálito demoniaco tras comilonas en locales públicos.
Escrito por Fernandet, 8 de Octubre 2011 a las 05:40 PM