Yo que siempre he sido un tío orgulloso de lucir prominente panza cervecera, he de declarar que también he tenido a bien practicar deporte regularmente.
Hace ya casi tres años que llegué a Guangzhou y algún aborigen me recomendó el gimnasio Total Fitness . En mis primeras expediciones al lugar de marras, solía ir directo a la zona habitual de ciclados y maskachapas a levantar una barra con muchas arrobas en forma de disco, cosa que me aburría considerablemente. Un día me enteré de que mi cuota paganini permitía la asistencia a las clases de Spinning. En homenaje a Bahamontes, Perico Delgado, Indurain y otros consagrados ciclistas, me aficioné de lleno a sudar como un gorrino al ritmo de música bakala, olvidando un poco el tema de mazarse.
El Spinning me motivó a perder el miedo de hacer el ridículo en las clases participativas, cambiando el ejercicio anaeróbico por el aeróbico. Pasé a añadir una actividad más en mi rutina deportiva, aficionándome al Body Pump. Hace un año que empecé y últimamente noto que me han salido unas bolas en el abdomen completamente desconocidas en mi fisionomía anteriormente. Peso menos y me entran de nuevo pantalones de mi ropero que tenía jubilados hace ya tiempo.
Y cuando creía que ya estaba todo el pescado vendido y había tocado techo perfilando mi físico, un día descubrí que en el gimnasio se impartían también clases de Magic Fight (lucha mágica). Esta clase consiste en que hay un monitor peso pluma que va marcando una serie de movimentos que yo definiría a caballo entre la capoeira, el KungFu y los pasos de baile de la película Saturday Night Fever. Soltando ostiones y patadas al aire a cascoporro al tiempo que suena una música digna de atronar a los vecinos. Era lo que faltaba: Agilidad y Coordinación. Mis felicitaciones al gestor del gimnasio. No he sudado más en mi vida ni en los entrenamientos que tenía cuando fui parte de las categorías inferiores de cierto equipo de fútbol que hoy está en primera división y que no declaro por modestia.
Los monitores de Magic Fight son para quitarse el sombrero. Disciplina en las series, pero mucha paciencia si no te salen a la primera. Se mama en toda China. Para los que han visitado este país alguna vez, sabemos que el TaiChi, la lucha con espadas, las simples coreografías de bailes... se practican diariamente en parques, plazas.... en cualquier ciudad, normalmente al amanecer. Se juntan 20 o 30 (o más personas) para hacer ejercicio en grupo.
Hay quien ha querido hacer de todo esto un negocio para los extranjeros. Hace un tiempo visité Dali, el la provincia de Yunnan. Dali es un sitio muy transitado de mochileros e iluminados de esos que quieren absorber la cultura china en un par de meses. Había un templo que ofrecía clases de Artes Marciales.
El cartel publicitario prometía de todo lo que uno puede soñar cuando quiere ser Bruce Lee. Y no miento en lo de ser Bruce Lee.
Como podéis leer, se enseña el KungFu de Bruce Lee (es decir, el que sale en sus películas). Taekwondo (mal deletreado). Saholin Hand Form (que no sé lo que es). Taiji Hand Form. (que tampoco sé lo que es), Yoga (ahí llego) y Martial Arts (enseñanza comodín, vamos).
Me asomé a la sala donde estaban dando la clase y allí sólo había cuatro gilipollas canadienses (sin acritud) pegándole patadas a un saco con un monitor (vestido de monje Shaolin) que era la viva imagen de Cañita Brava.
Los extranjeros somos tan soberbios que visitamos China por un par de meses y ya nos creemos que fuimos los que pusimos la primera piedra en la Gran Muralla (=frase de mi colega Victor dixit), pensamos que lo sabemos todo. Hay chinos que se aprovechan de ello y me parece genial.
Yo estoy descubriendo las Artes Marciales Orientales en un ambiente moderno y dinámico, adaptado a los tiempos. Algo que no busqué pero que tarde o temprano me tenía que topar con ello.
Gracias China, una vez más.
Saludotes.