GUANGZHOU, MI CASA

Timo de Satay

Entra un tío en una marisquería donde en el escaparate había unas peceras enormes con langostas vivas que daba gloria verlas:

- Buenas, póngame un plato de langosta.

El camarero le trae un plato que daba pena. Una cabeza de gamba que ya estaba chupada y tres patas como de cucarachas pintadas de rojo y que parecían haber sido pisoteadas por una manifestación multitudinaria.

- Oiga, ¿Esto qué es?

- Es la langosta, caballero. No dude, por favor, que en nuestro restaurante todo el marisco es fresco y a ésta la acabamos de sacar del vivero. Ya sabe que estos bichos se pelean entre ellos cuando están en cautividad y a veces quedan un poco perjudicados.

- ¿Ah sí? Pues vale, a mí sáquenme la langosta que ha ganado la pelea.

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Valga el chiste malo como introducción de este cutrepost y en relación con lo que voy a contar a continuación. Resulta que estaba yo en Singapur con Mauro hace unos meses y paseábamos por chinatown. Aquel barrio es un zoco lleno de tenderetes y restaurantes callejeros donde se puede pasar una tarde de lo más amena. Mauro y yo cansados de patear y regatear comprando en los tenderetes las típicas mierdas que ofrecen, decidimos sentarnos a comer algo.

Me llamó la atención la afoto del Satay, los típicos pinchitos que según dicen, son de origen chino pero que en la actualidad se consideran un snack propio de Malasia, Singapur, Filipinas o Tailandia. Yo llevaba un hambre propia de llenar un estómago de triple fondo, pero es que la foto en del menú me hizo acrecentar exponencialmente mi apetito y me puse a babear como un San Bernardo (la raza perro, no el Santo Varón).

Observad amiguetes la sutil diferencia que hay entre la imágen del menú y la cruel realidad. Mirad lo que me trajo la camarera, que dejó el platico sobre la mesa y salió disparada cuando vio que mis ojos tomaban un cariz sorprendido y decepcionado a la vez.

Mucha matraca con lo buenos que están los Satay y la gente recomendando que si vas a Malasia o Singapur, no te puedes marchar de allí sin haber comido Satay.... y luego me encuentro con el Timo de la Estampita versión mollejas de carne seca ensartadas en un palillo.

No pude evitar soltar un "en la foto son mucho más apetecibles". Mauro reía y una pareja de jubilados americanos en la mesa contigua que entendieron (o intuyeron) mi español, también se deshuevaron lo suyo. Seguramente aquellos abueletes yankis estarán acostumbrados a que les den gato por liebre en los fastfoods que abundan en su país (ver este link y este otro link), pero he de reconocer que yo me llevé un buen chasco.

Vayamos al grano. La modalidad de asar carne, pescado o vegetales pinchados en un palo, ya debía practicarla la familia Atapuerca hace algunos milenios. Es una manera de cocinar que con sensibles diferencias, contemplan prácticamente todas las culturas del mundo mundial y destacan sobre todo las árabes. En España es normal el nombre de "Pincho Moruno", aunque casi siempre son de carne de cerdo y ya sabemos que ese animal no es precisamente el preferido por los musulmanes. En sitios pijos y donde te quieren clavar un ojo de la cara por los pinchitos, se empalan alternados unos trozos de pimiento y cebolla, de paso les quitan carne (que es lo más caro) y se les llama elegantemente "Brochetas".

A lo que voy es que mucho bombo con el Satay y sus miles de variedades, y esta gente no ha inventado nada, más bien lo ha degenerado.. Si son poca cosa, por lo menos que los cobren también a un precio asequible, porque aquellas tentativas de pinchos que me comí en Singapur, me los cobraron a costo de Jabugo... por mi parte, en Asia, siempre me quedaré con los pinchitos en puesto callejeros que se cocinan por toda China. Sobre todo los que se degustan a altas horas de la madrugada cuando uno sale por ahí a tomarse un Fanta y entre garito y garito te da la gusa.

Saludotes!!

Escrito por Fernandet, 6 de Marzo 2011 a las 06:55 AM