GUANGZHOU, MI CASA

Lo más Destacable de Fallas 2006

Si tengo que destacar dos cosas de las que he vivido estas Fallas 2006, una es la visita de Teresita Feng y su marido Simon (creo recordar que su nombre chino es Zhang, pero siempre le he llamado Simon sin preocuparme de nada más). La otra es mi encuentro con el Valencia CF.

A Teresita la conozco porque trabajaba en la misma empresa que yo cuando vivía en Pekín. Ahora ella está currando para una empresa sevillana, en la oficina que tienen los andaluces en Beijing también. Vino a Sevilla durante una semana por motivos laborales y aprovechando que luego eran Fallas, se trajo a su marido para venir a Valencia y después visitar también otras ciudades españolas.

Se lo pasaron fenomenal, los llevé a los toros y todo. Fliparon un poco con el tema de cómo soplan los españoles por mitad de la calle a todas horas. También de las aglomeraciones de gente que se montan. Al salir de la Estación del Norte nada más recogerlos, dijo Teresita: “Cuánta gente, esto parece China”. Dicen que quieren repetir.

Viendo Fallas me encontré con don Juan Bautista Soler, el President del Valencia C.F. No pude evitar hacerme una foto con él. Fui el primero en arrancarse y luego una tropa de visitantes que me vieron, se pusieron en cola para retratarse con el máximo dirigente del Valencia… lo cierto es que estaba muy simpático. Dicen que este hombre es un poco soso, pero a mi me hace gracia su forma de ser… cada uno es como es, y si él ha llegado tan lejos, no creo que sólo sea porque $í.

El otro encuentro que tuve con el club de Mestalla, fue con Amedeo Carboni, defensa ya mítico del Valencia CF. Al día siguiente de la Cremá (20 de marzo), viajaba yo en avión a Madrid y él estaba allí también. Años antes lo conocí personalmente en Pekín, cuando el equipo acudió a jugar un partido amistoso, me pareció muy majete. Tiempo después me encontraba también en Fallas en Valencia y lo vi en el Casal de una amiga, de noche, a las tantas y con la gente haciendo paellas en mitad de una plaza. Hablamos unos amigos y yo con él, le hicimos un par de bromas y el tío las encajaba muy bien. Tiene mucho sentido del humor.

El lunes pasado, ya habiendo coincidido con él un par de veces, tenía excusa para haberle hablado y recordarle viejos tiempos y tal, pero en primer lugar, no soy nada mitomaníaco de esos. Eran las 7 de la mañana (para estar en un aeropuerto a esa hora, hay que levantarse a las 5 a.m.). El tercer motivo es que dos pesaos más encorbataos que yo, se apostaron uno a cada lado de él para darle la brasa y acosarle a preguntas estilo “¿por qué no juegas con lo bueno que tu eres?”, “¿es que Quique Flores te tiene manía?”, “¿crees que el Osasuna jugará al final la Champions?” o cometarios del tipo “Mi padre es socio del Valencia hace 20 años”o “tú tienes que acabar tu carrera en el Valencia, tío, que eres muy bueno”. Al pobre Amedeo se le veía con muy pocas ganas, pero aún así, intentaba responder y sonreír.

Íbamos en el autobús hacia el avión y yo estaba justito detrás de Carboni. El tipo me estaba dando pena. Sé que gana mucho dinero y que tienen que aguantar que la gente los aborde y todo lo que tú quieras, pero las preguntas y cometarios de aquellos dos, no eran de recibo por el tono en que que los hacían e inhumanos por la hora que era. ¡¡Qué poca originalidad!!. Cuando hace tres años o así, aquella noche de Fallas mi amigo y yo hablamos con él, mi colega le quiso echar una carrera, desde donde estábamos hasta un puente del cauce del río, para demostrarle que corría la banda más rápido que él… Carboni se descojonaba. Eso es ser elocuente. Lo otro es ser pesao. Luego los jugadores o famosos en general, se niegan a tratar a nadie que no conozcan y pagan justos por pecadores (parece ser que es ley de vida en todo), pero a muchos les doy la razón... ojo!!, a la Bermúdez y la ex de Jesulín y el Antonio Daviz y toda esa chusma de putones y gentuza, no les doy nada de razón, eh!!, que conste.

Antes de bajar del autobús en dirección a la escalerilla del avión, le cedí el paso al gran jugador del Valencia. Me miró con cara de agobiao por un lado y de agradecimiento (al cederle el camino) por otro… sé que la cara de agobiao no iba por mí.